La nueva marca simboliza la modernización de la compañía y su presencia por todo el mundo. Con más de cien años en el sector del dulce, Delaviuda Confectionery Group, operador destacado en el mercado del turrón, mazapán y chocolates, renueva su imagen corporativa como parte de su plan estratégico de desarrollo y expansión, centrado en una decidida apuesta por la internacionalización, la apertura de nuevos mercados, la potenciación del I+D+i y la adaptación a las nuevas tendencias y gustos del consumidor
Tras 17 años con un diseño tradicional, la nueva identidad visual y nombre del Grupo Delaviuda va más allá de un cambio de logotipo ya que pretende simbolizar la transformación que está viviendo la compañía, reforzando la idea de modernidad, dinamismo y vocación internacional. Todo ello se realiza sobre la base de los valores tradicionales de la compañía (prudencia, trasparencia, perseverancia y fiabilidad) y de la búsqueda de la excelencia en la elaboración de sus productos con materias primas de la máxima calidad, sin olvidar una esmerada atención a clientes y consumidores.
El nuevo logotipo está inspirado en la flor del azúcar que representa el sentido de la sencillez y de la honestidad del Grupo, y de su presencia en todo el mundo, y que, unido al color rojo, se asocia a la idea de fuerza, pasión por las cosas bien hechas y el liderazgo. Las nuevas gráficas incluyen el eslogan “Construyendo un mundo más dulce”, que sintetiza la visión de la empresa: somos maestros de la confitería y apostamos por la internacionalización, uno de los objetivos más inmediatos del Grupo. La nueva imagen será visible en todos los envases de las marcas del grupo, así como en la página web y todos los elementos propios de la compañía.
Este cambio simboliza el punto de partida de un plan de trasformación más amplio del Grupo Delaviuda, que incluye nuevas marcas, nuevos productos, nuevos mercados y con un nuevo hito marcado para el próximo año, la inauguración de un gran centro de I+D en Sonseca (Toledo). La historia del Grupo encuentra su origen a principios del siglo XX, con la apertura de una pequeña confitería en la localidad de Sonseca (Toledo), regentada por el matrimonio formado por Manuel López y María Rojas.