NUDICOME, la nueva campaña de Benetton por Oliviero Toscani

Desnudos como San Francisco, que se despojó del hábito y de las riquezas del demonio,es la nueva campaña de Oliviero Toscani para Benetton. Desnudos como todas las criaturas de su Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra» y por estas nuevas criaturas de la Ciudad Futura que ni tan siquiera Giotto supo pre-ver y dibujar. Ya no son criaturas de ciudades afligidas por los coches y el hormigón, el acero y el polvo, aquí hay nueve ejemplares, únicos y sin embargo iguales, de una humanidad que pronto abandonará el viejo mundo a su hedor desalentador de materia en descomposición y de cosas desechadas.

Pupilas de luz que brillan como en un arcoíris y pieles de colores que se mezclan, estos nueve hijos nuestros son el hermano Sol y la hermana Luna que finalmente se abrazan y se confunden: criaturas jóvenes de roca fértil, de piedra blanda de la cual nos podremos fiar al fin. Gracias a ellas los colores volverán a ser inocentes: ya no habrá la bruja negra que ofrece una manzana envenenada roja a la muchacha blanca-nieve. Tampoco guerra de razas, sino el milagro étnico con la riqueza de sus reminiscencias pacificadas.

Quizá aquí la piel oscura es también la de los beduinos del monte Sinaí, y hay trazas de Asia hasta en las cejas; y quizá en los ojos azul claro hay el frío de Suiza, mientras que en los azul-negro está el calor de la Grecia madre de Europa, y puede que en la nariz oscura y fina se esconda la Etiopía somalí. Veo recuerdos imperiales en los cabellos de seda y evocaciones tribales en el rizo indomable, hasta una nota de la perfumada Italia en las pestañas largas.

Hay incluso ritmo cubano en la imagen que, en verdad, no tiene movimiento, pero sin embargo las criaturas parecen danzar el Cántico de la sucesión: desplazamientos, contactos, aferramientos con centelleos de África y China y de amarillos y rojos, como en una pintura creativa. Es la foto de la Metamorfosis típica de las civilizaciones imperiales, de la Roma de los Augustos y de la América de los Presidentes, de la Globalidad donde cada cosa pasa a ser otra, se transmuta en su contrario.

En verdad, esta imagen alude a Michael Jackson, que emblanquecía el negro, y a la evolución de los Lumumba, de los Senghor y de los Frantz Fanon, que ennegrecían el blanco, pero también a la de los Lenin y a la de los Lin Biao; muestra de revolución que deviene con-fusión porque quita la identidad cierta al Oriente y al Occidente y los con-funde; aparece el pavo real del Zoroastrismo que asimila la cruz de Roma, el Ramadán que se convierte en banquete pascual, la leche de camella que muta en zumo de vid, el burka transparente sobre el cuerpo de Venus, y aparece Fátima, hija de Mahoma, que adopta la imagen de María, madre de Cristo. Contra las guerras civiles, contra las mafias y las violencias urbanas de identidad, contra los feroces conflictos étnicos, contra los choques de civilizaciones y de religiones, contra el terrorismo y contra todos los racismos resurgentes existe la alegre con-fusión como valor, el Cántico de las Criaturas que acerca al cielo y somete al mundo.

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