Diciembre y enero los meses de mayor consumo de turismo rural, ante la campaña navideña, más días festivos y tiempo libre, según Hosteltur

El turismo rural desplaza a las escapadas navideñas al extranjero, ante la crisis económica el consumidor vuelve a sus orígenes. Diciembre y enero son los meses con mayor consumo; la campaña navideña, el mayor número de días festivos y mucho más tiempo libre son factores coyunturales que multiplican el consumo. Durante los últimos diez años el boom de las ofertas low cost y el atractivo de ciudades como Roma, París o Berlín habían catapultado el consumo de viajes a capitales europeas quienes ostentaban el reinado en materia de consumo turístico en Navidad.

La escasez de recursos y el progresivo endeudamiento de los consumidores ha potenciado la caída de este tipo de turismo a favor de los desplazamientos al interior y el turismo rural. El consumidor opta este año por un modelo de proximidad, potenciando el turismo familiar y el contacto con la naturaleza a la vez que evitando desplazamientos al extranjero. La crisis económica implica en cierta medida la vuelta a los orígenes, especialmente en un año en el que las familias van a ver reducido su presupuesto para ocio navideño y Reyes en un 3,9 %

Según Hosteltur se han realizado un total de 7,9 millones de pernoctaciones durante el 2012 y el número de establecimientos rurales ha pasado de 14.300 a los actuales 15.900 en tan solo 2 años dato que apunta al mayor interés por esta modalidad turística que seguirá su trayectoria durante el recién estrenado 2013. Otra novedad de este año la encontramos en el turismo de experiencias, modalidad que se ha consolidado como una alternativa a los establecimientos convencionales; disfrutar de la conciencia ecológica o la recuperación de los hábitos saludables, cultivar un huerto ecológico o asistir como alumno a un curso de bioconstrucción, son tan solo algunos de los ejemplos de este turismo que se ha convertido ya en una alternativa a las ofertas generalistas. Un ejemplo positivo de esta tendencia lo encontramos en Amalurra, situado en Artzentales. «El visitante no llega para visitar un monumento o subir a una atracción turística sino para desarrollar alguna faceta de su vida personal», afirman miembros de su colectivo.

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